Lo que se edita y lo que no se edita

Estas últimas semanas, mientras buscaba temas y documentación para la próxima temporada de artículos en Libráctica, he seguido con atención la polémica surgida alrededor de la presentación de dos iniciativas en el ámbito de la edición digital en España. Prácticamente de forma simultánea, nos enterábamos de que #ebookspain se constituía como la Asociación Española de Edición Digital, y de la presentación de Roter, un sistema de generación de contenidos multiformato. Dos buenas noticias para terminar el año.

Mientras tanto, el pasado jueves Txetxu Barandiaran compartía un artículo en Twitter acerca de la conveniencia de subir el IVA de los libros para destinar luego esa recaudación a políticas de subvenciones y/o exenciones.

El razonamiento sobre el que se fundamenta esta idea es que, si el mayor consumo de cultura procede de las rentas altas, éstas se benefician de los tipos reducidos de IVA a los que tributa el libro (de papel, conviene puntualizar) y quizá no se efectúa una correcta redistribución de recursos.

En el plano teórico puede ser una buena idea, pero en mi opinión una subida de tipos impositivos puede complicar aún más las cosas a los editores (de papel). Aunque pudiéramos entender esa subida de tipos como algo bueno socialmente, al pasar de un IVA del 4% al 21%, un libro que hoy tiene un PVP de 9,99 € pasaría a venderse, si los editores no decidieran absorber total o parcialmente ese incremento, a un PVP de 11,62 €. Una medida así podría destruir una buena parte del mercado existente. Esto es lo que se ve.

Por otro lado, si ya hoy muchos pequeños editores se ven obligados a realizar ejercicios de funambulismo contable para poder vender sus ejemplares, que sus libros pasen a costar un 16,35% más a sus clientes, puede ponerlos al borde de la quiebra. Si además ese pequeño editor ni siquiera ha iniciado la actividad, una noticia de estas características podría acabar de convencerlo para no iniciarla nunca. Esto es lo que no se ve.

Lo que se ve y lo que no se ve

Bastiat
Frédéric Bastiat

Si Uds. ya conocían al economista francés Frédéric Bastiat, habrán captado en seguida el motivo de mi oposición a la subida de tipos. Bastiat fue un economista de la Escuela liberal francesa y un entusiasta del libre comercio. Se le conoce principalmente por desarrollar la falacia de la ventana rota, explicada de su ensayo Lo que se ve y lo que no se ve (1850). A lo largo del texto, Bastiat propone diversos ejemplos para ilustrar la idea de los costes de oportunidad y para recalcar la importancia del pensamiento a largo plazo.

Lo que realmente define a Bastiat y a otros economistas como él, no es tanto el liberalismo como ideología como la defensa del pensamiento a largo plazo en lugar de a corto. Decía Bastiat que «el mal economista persigue un beneficio inmediato que será seguido de un gran mal en el futuro, mientras que el verdadero economista persigue un gran bien para el futuro, aun a riesgo de un pequeño mal presente».

Liberalismo y keynesianismo son quizá dos corrientes de pensamiento económico irreconciliables, así como quizá nunca podamos ponernos de acuerdo los defensores de la tradición editorial con los rupturistas, que entendemos el nuevo paradigma digital como algo más que pasar de tipos móviles a bits.

Lo que no se edita

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Tipos móviles en Oriente

Por un lado se pretende que la edición digital cumpla con unos altos estándares de calidad, ciertamente muy descuidados por ahora y por tanto una medida deseable, mientras que por el otro hay quien sostiene que si la edición digital ha de avanzar, necesariamente debe desvincularse de algunas de las prácticas de estos últimos años. Prácticas impuestas, irónicamente, por un desarrollo tecnológico que nos ha permitido visualizar en pantalla un resultado idéntico al que obtendremos después en imprenta.

Esto viene a cuento de la polémica surgida alrededor de la presentación de Roter. Un proyecto que criticaremos cuando lo veamos en funcionamiento, pero que en mi opinión representa una corriente que entiende la edición digital como forma de dar respuesta también a lo que no se ve o, mejor dicho, a lo que no se edita.

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Hoy ya no sólo se publica en papel sino que disponemos de múltiples opciones de publicación digital y no es extraño encontrarse con obras que se publican antes incluso de ser editadas. A veces esto es debido a la impaciencia del autor, que se autopublica como forma de burlar el filtro editorial, pero también existen obras cuya propia dinámica así lo exige.

Además de los fondos editoriales, que a estas horas deberían estar ya todos digitalizados, y las nuevas obras creadas según los patrones habituales, todos sujetos a las exigencias de los lectores, también disponemos de nuevas creaciones. Son obras que se conciben en la red o a muy corta distancia de ella, que pueden crearse de forma colaborativa, sujetas a revisión periódica y que son muy permeables a la opinión de los lectores. Obras cuyo proceso creativo no se entiende sin un aspecto social y cuyo proceso editorial no encaja con el que hoy está vigente.

Cualquier iniciativa que nos ayude a agilizar, simplificar y racionalizar los procesos editoriales, no sólo es bienvenida, sino que corremos el riesgo de que se imponga a pesar nuestro. A fin de cuentas un editor, entre otras muchas cosas, es una persona que lucha para que su empresa no quiebre el mes que viene.

8 comentarios en “Lo que se edita y lo que no se edita”

  1. Si te sirve de consuelo, yo también soy liberal. Lo que propone Barandiaran es con todos los respectos muy fantástico. Porque yo que no creo demasiado en los estados, diría que quién nos garantizaría que ese exceso impositivo se redistribuyese de la manera idónea, es la misma panacea, se beneficiarían las grandes (esas que manejan al gobierno desde la sombra)
    Lo que está claro, y lo de los 4 años no es una fecha al azar, es que al libro en papel a este ritmo le queda muy poquito. Y la solución no pasa por cuestiones impositivas y/o de precios sino de adaptación y de visión a largo plazo.
    Hay que entender que la publicación es lo que importa y que digital y papel son simples canales de edición. Dejar de ver a la una como enemiga de la otra cuando la realidad es que si el libro en papel considerase al digital como su homónimo (podría ser interesante que el IVA del electrónico fuese del 4%) y no como su enemigo, se buscarían sinergias en lugar de piedras para detener un avance que en vista de los datos resulta imparable.
    Un saludo y gran entrada!!!!

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    1. Hola!

      JM Barandiarán es un valiente iniciando este debate, aunque haya sido tangencialmente. Si lo propusiera, él o cualquier otro, directamente: ¡hay que subir el iva de los libros al 21%! probablemente sería linchado en las redes sociales, cuando es una medida coherente si realmente crees que el gasto público debe aumentar para fortalecer las bibliotecas públicas, los planes de fomento de la lectura, etc.

      A mí me repele la idea por lo que apuntas, por la dificultad de garantizar la gestión de tal incremento fiscal. Conozco casos de producciones audiovisuales que han puesto en apuros a sus productores gracias al sistema de subvenciones: se conceden y luego se retrasa el pago, cosa que implica la muerte financiera del productor al vencimiento de su deuda.

      Pero hay más. Como sugerí en twitter, no me gusta una sociedad que amplíe la brecha entre los que «pueden» comprar y los que «deben» acudir a un sistema de garantías en forma de servicio público. En principio todos los libros estarían en las bibliotecas, al alcance de todos, pero dependiendo del gobierno de turno siempre puede haber títulos que, extrañamente, se excluyan de préstamo, que estén siempre prestados a «alguien» o que deban ir a consultarse «a Parla».

      Siempre es mejor poder elegir a que elijan por uno 😉

      Gracias por tu comentario.

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  2. Al igual que el mejor sistema sería la anarquía bien entendida, la solución de Barandiaran también podría serlo, pero hay un debate interesante en torno a lo que es y lo que no es cultura, es muy subjetivo. Y la realidad es que aunque defiende que los ricos pagarían más porque son los que más la consumen, hay que tener en cuenta que la cultura es muy subjetiva y es seguramente el mercado más long tail que existe. Ten en cuenta que al considerar al cine o a la música como un bien cultural, estamos considerando que un disco de Bustamante es tanto o más cultural que uno de Vivaldi, que una película del señor de los anillos es tanto o más cultural que Los Miserables. Y por lo tanto si un consumidor de renta alta consume más cultura, lo cierto es que en las cuentas finales de la editorial, nos podemos encontrar con la sorpresa de que de donde se obtienen las ventas es del long tail (de esa masa social de no alta alcurnia que también lee) con lo cuál el argumento fundamental queda derrocado, porque estás gravando indirectamente por igual a ricos y no tan ricos, pero hay un consumo global mayor de los «no ricos» con lo que a quien de verdad has acabado gravando más es a los «no ricos». No tengo las cifras pero debe ser así.
    Hay muchos más factores como los que mencionas por lo que es difícil apoyar esto, pero es cierto que plantearlo supone una ruptura del pensamiento general, y eso es muy positivo.
    Un saludo.

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  3. Claaaro, señores que se autocalifican de liberales (neoliberales, por lo que dicen, se dirían más bien…): como los individuos y las unidades familiares consumen más cultura según su renta vaya siendo más elevada, subamos el IVA de la cultura para seguir impidiendo que los materialmente más desafortunados tengan acceso a ella, no vaya a ser que empiecen a preocuparse de algo más que el fútbol que les ofrecen (pan y circo) y acaben sabiendo que la realidad puede cambiarse.

    Ya se sabe que con la cultura, como con todo, hay que hacer únicamente negocio, así que adelante; y el que no pueda pagársela, que se quede sin cultura. Privémosle del principal medio de promoción social y de garantiza al individuo la autoconciencia de la dignidad propia.

    De paso, acabaremos con la edición independiente, para que los grandes grupos puedan seguir ofreciendo su habitual estiercol ya sin competencia con los contenidos de calidad (y con un buen IVA, claro) incluso a las clases acomodadas. tan consumidoras ellas de de «cultura» de calidad.

    Por cierto, que también esta premisa del razonamiento es falsa: las clases de gran poder adquisitivo no consumen, proporcionalmente, más cultura debido, precisamente, a que desde la Ilustración hasta el momento el acceso a la cultura ha ido democratizándose, como todo en la sociedad occidental.

    Otra cosa es que en tiempos de crisis la gente que pasa necesidades tenga que elegir entre patatas o libros. Pero vamos, que con estas dieas ya se lo vamos a poner clarito.

    ¡Libros y cultura para los pobres! Pero ¿a dónde vamos a llegar…?

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    1. Hola, no acabo de entender exactamente a qué o quién respondes. En todo caso sólo puntualizar que yo no soy partidario de subir el IVA a los libros ni, de hecho, a ningún producto cultural, ya que se destruye mercado y se dificulta el acceso a las rentas más bajas.

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    2. No malinterprete intencionadamente mis comentarios, se han escrito para explicar de forma muy gráfica el fenómeno del long tail en la cultura no para decir que los ricos son muy cultos, y los pobres no lo son. No necesito mostrarle ejemplos de «ricos» ignorantes, lo que se pretende es demostrar con ejemplos no reales y llevados a la hipótesis de JM Barandarián que subir el IVA cultural no serviría para el fin que inicialmente podría preveerse.

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  4. Mguelanxo, creo que debería volver a leerse más pausadamente el artículo, y luego los comentarios. Yo no defiendo que haya que subir el IVA cultural, sino bajarlo, que todos tengan derecho a ella y puedan pagarla. W. que es quien lo escribe tampoco lo defiende, solamente menciona una forma de pensar de Barandiarán, y si, es un valiente porque hasta ahora todo el mundo consideraba como única opción la bajada más o menos moderada del IVA Cultural, aunque yo discrepo con JM Barandarián (sólo debe ver mis comentarios al respecto) respeto lo que dice porque tiene un enfoque para solucionar un problema completamente distinto de lo que la mayoría consideraría. Podrá (en mi opinión y veo que también en la suya) estar equivocado, pero el hecho de plantearlo desde una perspectiva diametralmente opuesta es ya suficiente para al menos como he hecho yo, analizar lo que está diciendo y no caer en populismos vacíos de contenido y que solo tienen grandes frases. Un saludo.

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    1. Hola Makertan, yo también creo que Miguelanxo no leyó bien. De todos modos sacar a pasear las ideas de Bastiat y la filosofía liberal, es siempre fuente de polémica. Si las discusiones son civilizadas, los debates serán interesantes, pero para ello es necesario desprenderse de prejuicios.

      Saludos

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